TIJUANA.- La implementación de un Programa Voluntario de Cumplimiento Ambiental podría convertirse en una herramienta para que las empresas regulen por sí mismas su impacto ambiental y a la vez puedan también evitar que las verificaciones gubernamentales absorban tiempo y generen procedimientos que interfieran con su rendimiento.
El Director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA), José Carmelo Zavala Álvarez, hizo un llamado para que todos los niveles de gobierno gestionen la creación de un programa que incentive a que las empresas se adhieran por sí mismas a los lineamientos ambientales que comúnmente forman parte de los operativos de revisión y regulación.
Recordó que las dependencias ambientales de todos los niveles, continuamente son limitadas tanto en presupuesto como en capital humano para proceder con las verificaciones en todos establecimientos existentes, por eso reiteró que, un sistema voluntario permitirá realizar la distinción de quienes ya cumplen con ciertos aspectos, reduciendo así el campo de trabajo que deban inspeccionar.
“Esta vigilancia hay que fortalecerla y de manera complementaria, debe haber un Programa Voluntario de Cumplimiento Ambiental o de Procuración Voluntaria de Regulaciones Ambientales, algunos ya se han desarrollado en los tres niveles y con impactos distintos, hasta ahora la Procuraduría Federal del Protección al Ambiente es el ejemplo mejor consolidado de esto”, destacó el experto en materia ambiental.
Agregó además que el cumplimiento voluntario ofrece más tiempo para su cumplimiento y se adapta a las necesidades económicas y técnicas de la empresa; por el contrario, con la inspección institucional es necesario apegarse a la aplicación de tiempos más estrictos e incluso limitados.
Además de reiterar las facilidades que atraería a los comercios, industrias y prestadores de servicios el formar parte de un programa voluntario, señaló que las autoridades pueden generar atributos que hagan atractivo el participar en dicho tipo de programas que pueden ir desde un “etiquetado verde” que distinga a la empresa del resto, hasta convertirse en un arma mercadológica en el que el cliente se convierta en patrocinador o consumidor de un producto o servicio proveniente de una empresa ambientalmente responsable.
Lo cierto, es que, hasta ahora en escala estatal, este tipo de programas no han prosperado pues, administración tras administración, las secretarías cambian de nombre y plan de trabajo, dejando de lado las iniciativas que se plantean en cada cambio de gobierno por lo que es necesario que el Programa Voluntario garantice también un largo plazo.
Para procurar el éxito de un programa voluntario, puntualizó el Ingeniero Bioquímico Zavala Álvarez, es necesario el reconocimiento y validez del mismo entre todos los niveles de gobierno, la alianza con los principales organismos empresariales e industriales como CANACO, CANACINTRA e INDEX, entre otros, así como una legislación que permita la convocatoria regional y sobretodo que se cuente con el respaldo del Colegio de Auditores Ambientales de Baja California.
El director del CIGA, señaló que actualmente los establecimientos deben contar con un requisito que se llama Manifiesto de Impacto Ambiental que, es un instrumento preventivo antes de que un proyecto se eche a andar, sin embargo, es necesario que se mantengan las regulaciones en las emisiones atmosféricas, de aguas residuales y de residuos sólidos urbanos y qué mejor que hacerlo a través de un Programa Voluntario de Cumplimiento Ambiental